lunes, enero 30, 2012

BUSTER KEATON Y EL AMOR (Crónica Sentimental)


En 1921 Buster Keaton, genio cómico del cine mudo, recibió carta de Natalie Talmadge, cuñada de su jefe el productor Joseph Schenck, en la que le comunicaba que estaba dispuesta a aceptarle como esposo. La boda fue civil por expreso deseo de él y para desconsuelo de la familia de la novia, que era católica. Ella nunca había estado con un hombre y él era un golfo impenitente que había perdido la cuenta de todas las señoritas con las que se había acostado. No obstante, el matrimonio funcionó bien (durante un tiempo). En 1922 tuvieron a su hijo James (Buster Junior), en 1923 actuaron juntos en La Ley de la Hospitalidad (una de sus mejores obras) y en 1924 tuvieron a su hijo Robert (Bob). Pero Natalie demostró ser una mujer muy materialista y caprichosa, derrochaba grandes sumas de dinero en ropa y mobiliario, y después del nacimiento de su segundo niño anunció a su marido que prefería utilizar su cama exclusivamente para dormir.


Hasta aquel momento él le había sido fiel; pero a partir del celibato de ella, lógicamente se dio a los romances extra-matrimoniales (el más conocido con la fogosa actriz Kathleen Key), además de a excederse con el alcohol y a faltarle el respeto en privado y en público. Hubo varias reconciliaciones, como cuando el actor y director se comprometió a dejar de ver a Kathleen -la cual, enfurecida, le destrozó su camerino como si fuese un huracán. Pero él siguió saliendo con chicas e incluso llevó a una de ellas a casa y la invitó a probarse los innumerables vestidos de su esposa. El volcán Natalie explotó definitivamente con potencia de bomba atómica y la separación matrimonial fue devastadora; (también para ella, que deterioró su salud dándose al whisky y al tabaco.) Tozuda y vengativa, consiguió el divorcio en 1932, arrambló con todo el dinero, cambió de apellido a sus niños e impidió durante diez años que vieran a su padre, a pesar de lo mucho que le querían; (tal vez por la poco civilizada afición de él a aleccionarles sobre cómo estropear el mobiliario doméstico.) Cuando hubieron cumplido la mayoría de edad, sus propios hijos le buscaron y reanudaron la rota relación.


Natalie siguió odiándole de todo corazón hasta el último día de su vida y prohibió terminantemente que se hablara de él en su presencia; ni siquiera nombrarle ni mencionarle. (Años después -ya abuela- sus nietos se divertirían gritando ¡KEATON! para hacerla rabiar.) En cuanto a él, unido el desastre familiar, matrimonial y amoroso, a la pérdida de control sobre sus obras -cuando Schenck traspasó su productora a la MGM- y a la gélida ingratitud del público, cuya progresiva antipatía desmoronó su prometedora carrera cinematográfica, Buster Keaton terminó alcohólico e ingresado en una clínica de desintoxicación... donde conoció a su segunda esposa, una enfermera con la cual se casó a raíz de una confusión etílica y que también se divorció de él, en 1936 - arruinándole anímica y económicamente; otra vez.

El hombre no levantó cabeza hasta que conoció en 1940 a la providencial Eleanor Norris, que en aquel entonces tenía solo 22 años. Keaton se hallaba en horas bajas y encima le doblaba la edad, pero ella se enamoró de él y consiguió sacarle de la depresión y devolverle su autoestima. Se casaron y vivieron felices durante los siguientes 26 años, en los cuales se reavivó el interés mundial por sus obras. Keaton enfermó de cáncer de pulmón y murió en 1966 mientras dormía; lo último que hizo antes de irse a la cama, fue jugar a las cartas con Eleanor, como era su costumbre. Quizá de no haber pasado por aquel largo calvario tras su primer matrimonio, jamás hubiera disfrutado de la felicidad que vivió después junto al amor de su vida. Dice el proverbio que no hay mal que por bien no venga.

Proverbio muy sabio, pero que no sirve para la injustamente olvidada Kathleen Key, sensible y maravillosa actriz (como demostró interpretando a la amable Tirzah en la magnífica versión de Ben-Hur de 1925 junto a Ramón Novarro) que fue despedida de la MGM tras destruir en su torbellino de celos el camerino de Buster Keaton cuando éste decidió romper su idilio con ella y que no consiguió recuperarse nunca, ni profesional ni emocionalmente, de aquel desbarajuste amoroso. Se retiró en 1936 tras varios años aceptando miserables papeles como extra y acabó hundiéndose en la soledad y el alcoholismo. Murió soltera, enferma y sin dinero en 1954 (a los 51 años) en la Motion Picture Country House, un hogar comunitario para gente retirada de Hollywood. El Museo de la Luna